No es fácil toparse con la belleza siendo feo, viniendo de un mundo feo, de una familia fea y un barrio feo. Hablamos de cosas feas y cosas hermosas, sin valoraciones morales. Por supuesto que hay podredumbre en la belleza y luminosidad en la fealdad. Pero toparte con la belleza siendo y sabiéndote feo y no convertirte a la buena nueva es difícil. Solo quien es feo y no lo sabe, es decir, que adolece de algo de tontuna o solo quien es un farsante, renunciará a la belleza y se quedará en la fealdad. En ocasiones, el barrio feo es tu identidad, pero quieres echar a correr y escapar: te mereces mejores vistas y mejores relatos. Luego, ya fugado y henchido de belleza, la nostalgia te hará volver… dos horas. Quizás tres.
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