Poner nombre a las calles a veces provoca consecuencias acordes con el estilo escogido. Algunos nombres fueron impuestos, como en el caso del bautista del Eixample, Víctor Balaguer. Se debe reconocer que lo hizo de forma magistral y ejemplar; la prueba es que su lista ha resistido intacta, incluso bajo la dictadura franquista. Pero otros han sido fruto del ingenio o de la improvisación popular, y entonces el resultado es bien distinto. Y en ocasiones incluso no se ha logrado aclarar el origen. Alquiler limusina barcelona