La esfinge de la lechetrezna ( Hyles euphorbias ) es una mariposa nocturna que, con las alas plegadas, parece un avión de papel peludo, con unas machas marrones sobre fondo ocre: de crío tuve unas zapatillas Adidas que se parecían mucho. El interior es rosado, blanco y negro. Si se acerca a las flores –le gustan el jazmín azul y el hibisco de Siria– tiene la precisión sorbedora de su pariente, la esfinge colibrí. Pero si de noche da con una bombilla, se lanza a un vuelo errático y atrabiliario, con golpes secos a la pared y a la caja del aire acondicionado. No sé qué ha venido a hacer al jardín, tan lejos de su planta nutricia. La lechetrezna ( Euphorbia characias ) es una planta que aguanta bien el calor y que con las cuatro gotas de agosto se esponja un poco. A final de mes, las hojas se llenan de unas bolitas verdes escandalosas. Salen de ellas unos gusanos negros que, en un primer momento, se enredan en una vida gregaria. Como otras larvas de mariposa, la estrategia consiste en simular que son excrementos: los caracoles excretan unas cagarrutas similares. Los pájaros deben estar cansados de tantas bromas escatológicas, todo el mundo haciéndose pasar por substancias fecales para que no se los zampen.