Piti Capella, la única niña de seis hermanos, disfrutó de una estimulante vida salvaje durante su infancia, en Esparraguera, cerca de Montserrat, según rememora. De pequeña se encaramaba con ganas a los árboles, indicio de un posible futuro vinculado a la montaña. “A los 17 años le dije a un conocido que me gustaría escalar y empecé a lo grande, en un grupo en el que solo había chicos. El gran cambio llegó en 1982 cuando me propusieron formar parte de la primera expedición femenina de Catalunya y de España al Himalaya, dije que sí rápidamente y empezamos a entrenar”, explica.
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