Mientras la larga lista de políticos catalanes sigue esmerándose en realizar ejercicios de trigonometría para descubrir senos, cosenos y tangentes de los posibles pactos electorales, la calle remojó a esta comunidad autónoma en un baño de realidad. La selección española de fútbol ganó su cuarta Eurocopa, y la gente tomó el centro de Barcelona y de otras poblaciones catalanas. Con normalidad, alegría y libertad. Bravo. No significa eso que la única normalidad aplaudible en Catalunya sea la que defiende las cosas de todos los españoles, pero no era muy comprensible que la calle no viviera sin complejos todas esas cosas que hacen feliz a un montón de gente.
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