Elisabet Farrero sale de la cocina con un apetitoso plato de carpaccio de ciervo, una de las especialidades de su restaurante, El Ventador. Es un viernes de julio de un fin de semana de fallas y los turistas empiezan a llegar a Barruera, en la Vall de Boí. Farrero pone de manifiesto lo que es un problema generalizado en los Pirineos y en tantos otros destinos de Catalunya, la falta de personal. El lugar de Farrero está en los fogones, pero la dificultad para encontrar un responsable de sala con una cierta experiencia hace que sea ella la que asuma temporalmente esta función. La Vall de Boí, en la Alta Ribagorça, y los Pirineos en general han iniciado la temporada de verano con la esperanza de cosechar unos buenos resultados, similares a los del año pasado.
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