D ice que las sábanas las cambiaban cuando no tenían otro remedio, que les insistían en que las cambiaran únicamente cuando fuera del todo imprescindible. “En algunos de aquellos apartamentos turísticos, los huéspedes dormían con las sábanas que habían sido empleadas por otros clientes, donde probablemente algunos incluso habían hecho el amor. Pero en las fotografías que colgaban en los anuncios todo aparecía siempre muy limpio. Saben muy bien lo que tienen que hacer para esquivar cualquier reclamación, para no tener que hacer ningún reembolso. Y encima tenías que estar todo el rato pendiente del teléfono móvil, por si de repente te tocaba hacer un check in , a cualquier hora. Al final, muchos trabajadores se cansaban y se marchaban. Esta gente siempre estaba buscando empleados. Algunos los encontraban incluso por Tinder”.
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