Estrechos pasillos y escaleras y salas con viejos archivadores y muebles originales del siglo XV. Se trata del antiguo archivo histórico de la catedral de Barcelona, de muy restrictivo acceso. Evoca, salvando las distancias, algo parecido a lo que Umberto Eco describió en El nombre de la rosa. Hoy, toda la documentación ya no ocupa esas nobles estancias cuyo tiempo se paró hace seis siglos, sino que fue trasladada a un lugar con óptimas condiciones de conservación en modernos archivadores compactos.
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