Una sensación de frustración planea entre los estamentos judiciales. Desde los jueces, letrados y funcionarios, que por falta de medios no pueden juzgar a los delincuentes en un tiempo razonable, hasta los policías, que deben conformarse con per a ladrones– varias veces a los mismos– conscientes de que no serán juzgados hasta dentro de varios meses e incluso años.