De los cinco millones de turistas que visitan al año Cornualles -la inmensa mayoría durante las vacaciones escolares de verano-, muy pocos se informan de la historia y la cultura de esa nación celta, con su bandera y su propia selección de fútbol (que no forma parte de las estructuras de la FIFA), y menos aún se preocupan por aprender aunque sea unas cuantas palabras en córnico, una lengua en peligro de extinción. Lo que les importa es que haya sol para disfrutar sus idílicas calas, que haya buenas olas para hacer surfing, que los restaurantes con estrellas Michelin no estén llenos y que todo sea lo más barato posible.
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